sábado, 24 de julio de 2010

Ambigú….

CADA PULPERO ALABA SU QUESO

Por: Gerardo Castillo Riera

PARTE I

La aparición del queso en la vida del ser humano se manifiesta en distintas comunidades del mundo, pero principalmente en el antiguo Egipto hace como 12 mil años en donde se criaban vacas y ovejas las cuales ordenaban y como es lógico pensar, de alguna manera hacían quesos. Donde llevaban la leche eran bolsas hechas con pieles de los mismos animales, la cual fermentaba con rapidez por los residuos que quedaban del día anterior; eso hacia que se cuajara la leche y al extraerle el suero hicieron queso.

También para ese entonces los habitantes de Europa y Medio Oriente habían aprendido a domesticar una especie de bovinos llamados Uros que eran “…una raza de toro salvaje que dio lugar tras su domesticación a la mayor parte del ganado vacuno actual. Se encuentra extinto desde 1627”. (Enciclopedia Wikipedia). Ordeñaban y guardaban su leche en bolsas hechas con los estómagos de los rumiantes. Una leyenda da cuenta que algún curioso y hambriento pastor probó la pasta uniforme en la que muchas veces se transformaba la leche por acción de unas enzimas naturales que permanecían en las bolsas por efecto de no lavar bien los residuos del día anterior. Y no la encontró nada mal. Desechó el suero que segrega la leche cuajada y estudió la manera de producir la pasta constantemente. Había nacido la industria quesera que hoy nos ocupa.

En lo concerniente a Carora la elaboración de quesos y sus derivados, léase suero y mantequilla, van de la mano con el nacimiento o formación de la ganadería caroreña y que dio origen posteriormente al Ganado Carora. Existen registro que así lo confirman, como por ejemplo que en 1922 el Concejo Municipal del Distrito Torres, en sintonía con el gentilicio caroreño, cosa rara por estos tiempos, celebro y organizo la Exposición Regional para conmemorar el centenario de la muerte de Pedro León Torres, nuestro héroe epónimo. García Ponce, A (Pág. 10. 1986).

Es bueno resaltar que cuando hablamos de Carora no solo es la ciudad en si, es el Municipio y sus áreas de influencia, en dicha exposición prevalecieron los productos elaborados en Carora y destacan las premiaciones modestas de los productos lácteos entre ellos “…fue premiado con una suma respetable -100 Bs.- un queso de vaca del floreciente ganadero Ramón Herrera y se le dio un diploma de honor con derecho a usar medalla de plata a Víctor Yépez con su fabricación de mantequilla.” (García Ponce. Op. Cit. Pág.10)

Comenzaba así la época floreciente del queso caroreño, aunque se producía para el consumo local alcanzaba también para llevar a las ciudades aledañas, “…..ya se habla de envíos regulares de queso caroreño antes de 1929, a Barquisimeto, a Trujillo, al Zulia y también a la región central (Puerto Cabello y Valencia)”. (García Ponce.Op.Cit. Pág.14). Para cuando sucede la inundación de 1973 existían grandes casas comerciales dedicadas a la compra y venta de quesos que se producían en todo el distrito y las zonas aledañas y que habían sido fundadas en la primera mitad del siglo pasado; quien no recuerda a Ramón Segundo Álvarez e hijos, Alfonso Montes de Oca e hijos sucesores, Leopoldo Perera, Quiterio Montes de Oca, La Mano de Dios de Serapio Infante, Edilio Cuevas, Pedro Emilio Pernalete, Alejo Pérez, Pompilio Rodríguez, Flavio Herrera Oropeza, regentado por Chimo Gutierrez, entre otros mayoristas ubicados en lo que es hoy la Zona Colonial, que junto a la fabricación de lo que conocemos hoy como queso perita dieron lustre y fama a nuestra región.

El conterráneo historiador Rafael Silva Uzcategui lo deja plasmado en su enciclopedia Larense: “El Distrito Torres era también productor en gran escala de maíz y quesos de excelente calidad. Hoy los ganaderos prefieren destinar la leche para las pasteurizadoras y para producir leche en polvo. Hay, sin embargo una fabrica de quesos finos, y otros criadores hacen en pequeña escala unos quesitos al estilo italiano. A principios del siglo fabricaba estos quesos en el Distrito Torres, un italiano de nombre Ángel Abbate.” (el subrayado es nuestro) (Pág. 13. Tomo I).

Ramón Herrera Zubillaga (1976) quien vivió esa época también nos habla de lo mismo, haciendo una recopilación de las costumbres caroreñas de los años 20 en un excelente discurso pronunciado en el Centro de Profesionales “..... los quesitos de tapara del Musiú Ángel Abate………., el suero con pelotas de mantequilla cargado en barriles y no en taturos de Miquelena y Foncho Montes de Oca,........”.

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